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ESCAÑUELA EN LA EDAD MEDIA: CONSOLIDACIÓN DEL LUGAR.

El año 1244 va a ser un año importante para la comarca. La hegemonía del reino musulmán de Arjona va a conocer su declive en la campaña que Fernando III realiza sobre la población en la primavera de este año según cuenta la Crónica General. Ya desde 1228 Fernando III pensaba conquistarla, y en 1234 el Rey asoló el término. Incluso parece que en 1244 no llegará a cuajar una primera conquista castellana. A pesar de la fortaleza de sus murallas edificadas en el año 888, los jefes musulmanes optaron por la sumisión en 1244, como hemos indicado, capitulando dos días después y entregando el alcázar y la villa al Rey Fernando que tan sólo permitió a unos pocos moros quedar en el mismo. El Rey comenzó el proceso de población del término en el que se incluía Escañuela, aunque tardó bastante tiempo en prosperar. Entre los años 1314 a 1350 Arjona se va despoblando pese a los beneficios concedidos, aunque no obstante el esfuerzo de los monarcas continuó traduciéndose en sucesivos privilegios.

El Rey confirmaría las lindes territoriales en 1251, ayudado por los moros que habían quedado, y fue Sancho IV, el día 23 de diciembre de 1284, el que otorgó un privilegio sobre villazgo de Arjona confirmando “los términos que tenía en tiempos de los moros y de Fernando III que lo había poblado” y concediéndoles el fuero de Toledo, un fuero con menos independencia que el de Cuenca y que tendría como consecuencia una mayor injerencia de la Corona.

El territorio de Arjona correspondía en época musulmana y en los primeros años de la presencia cristiana aproximadamente al actual término municipal y a los de Higuera de Arjona, Arjonilla y Escañuela. Sus límites fueron mantenidos por los conquistadores cristianos. Dentro de este término existían varios núcleos pequeños de población como son Cotrufe, Pachena, Herrerías, Corbús, Hadón, Escañuela, Arjonilla y Almoraide. En todos estos lugares, nos dice Eslava Galán, “existían fortificaciones pequeñas que cumplían una doble misión; por un lado actuar de avanzadillas militares del núcleo fundamental que servían de atalaya y de policía militar y por otro lado actuaban de defensas para recoger temporalmente, en caso de súbito peligro, a la población de los contornos que no tuviese tiempo de refugiarse en la ciudad”.

La concesión del título de villazgo llevaba consigo la promesa de que nunca sería enajenado el territorio, sino que siempre pertenecería a la Corona. Este privilegio fue confirmado por sucesivos monarcas, si bien no fue respetado, pasando de una a otra jurisdicción señorial hasta que a mediados del siglo XV aparece como cabeza de partido de la Orden de Calatrava.

El lugar de Escañuela pertenece al término de Arjona en la demarcación territorial de mediados del siglo XI. En el año 1311 aparece como aldea dependiente del Concejo y Arciprestazgo de Arjona junto a Arjonilla, El Villar y Almoraide, no así Villardompardo, que pertenece al término jurisdiccional de Jaén. Las dificultades para repoblar la nueva villa de Arjona a donde muchos pobladores se resistían a venir debido a su situación fronteriza, harán que Escañuela pase a la jurisdicción señorial, pese a las muchas promesas y documentos reales en los que se hablaba de nunca enajenar territorios de Arjona a la Corona.

En 1385 ya aparece Pedro Ruiz de Torres como Señor de San Pedro de Escañuela, aunque se desconoce con exactitud la fecha en que pasa a sus manos. Debió de tenerla poco tiempo, pues quedaría asolada en algunas de las incursiones realizadas por los moros en las postrimetrías del siglo XII, debiendo de volver a solicitarla más tarde cuando el mismo Ruiz de Torres solicita se le conceda el señorío de Villardompardo en 1394 diciendo que:

“en término de la ciudad de Jaén había una aldea denominada Villardompardo la cual estaba despoblada desde que la misma ciudad fue destruida por los moros y que todas la demás heredades de esta aldea eran suyas suplicando le concediera la jurisdicción civil y criminal, alta, baja, mero mixto imperio de aquel lugar o aldea a fin de poblarla a que se seguiría mucho provecho a la ciudad”

En un escrito que se adjunta a dicha petición, se incorpora el privilegio del Señorío de Escañuela en estos términos, solicitándolo de nuevo, ya que se había perdido por haber quedado el lugar quemado y destrozado:

“Al dicho Pedro Ruiz de Torres dí e doné el lugar, torre, jurisdicción y señorío de Escañuela, con sus términos, montes, dehesas, aguas y pastos con calidad de que en ellos pudiesen sus vecinos de Jaén y su término pastar ganados. Expreso hacerle la gracia, no solo en atención a los grandes servicios que había executado cuando el rey de Granada combatió los alcázares en que padeció muchos trabajos, manteniendo siempre la voz y servicio del señor rey D. Enrique III y defendiendo los castillos para que no los perdiesen los cristianos sino es en la de tener permiso del señor rey don Juan el primero para hacer esta donación al que se añadía que este lugar de Escañuela era antecedentemente del propio Don Pedro Ruiz de Torres y habérsele quemado y destruido los enemigos cuando se perdió la ciudad”.

Queda de manifiesto en este documento, de los primeros que se conservan, que Escañuela fue enajenada primeramente de Arjona, y concedida a Pedro Ruiz de Torres por el Rey Juan I en atención a los muchos servicios de frontera. Posteriormente el lugar debió de quedar asolado y maltrecho, como sucedió con el vecino lugar de Villardompardo, perteneciente al Concejo de Jaén. Esta situación hará que Pedro Ruiz de Torres pida la jurisdicción de Villardompardo y que se le reconozca la que ya tenía del Lugar de Escañuela, uniéndose así en un solo Señorío dos lugares pertenecientes a Concejos distintos. No debió costar mucho a Arjona desprenderse de este lugar, dada su difícil situación que le hará pasar, pese a las continuas promesas de los reyes, la última de Enrique II, en 1371, al Señorío de Don Ruy López Dávalos en 1394, al que no pasó Escañuela, pues unos años antes ya había sido donado a Fernando Ruiz de Torres, posiblemente a mediados de siglo, aunque no hubiera sido poblada aún por las dificultades afines a toda la comarca.

Se inicia aquí una nueva etapa de la historia de Escañuela participando, como es lógico, en las sucesivas políticas matrimoniales de la casa de Villardompardo, así como sucesivos pleitos con el Obispado y otros Señoríos. En estas continuas luchas jurisdiccionales el Cabildo de la Catedral de Jaén también tuvo su parte. En 1497 sellevó a cabo un pleito entre doña Teresa de Torres, descendiente de don Pedro Ruiz de Torres y esposa del Condestable de Castilla, don Miguel Lucas de Iranzo. El pleito se dirimía entre ella, que se consideraba la dueña de todas las posesiones de Escañuela, y el Cabildo, que decía tener como parte la mitad. La sentencia del juicio será a favor del Cabildo, teniendo doña Teresa de Torres que restituir a la Catedral de Jaén, 15.000 maravedíes. Posteriormente se podrá observar cómo la Mesa Episcopal de Jaén poseía buena parte del producto de este pueblo y aún en 1628 continuaba administrando el término. Pero de esto hablaremos en otro momento.

Acaba aquí una etapa de la historia de Escañula que pudiéramos llamar como de consolidación del núcleo humano, perteneciente al Concejo de Arjona, con dificultades de postpoblamiento por sus deficientes defensas, tan sólo una pequeña torre y algunas murallas en la parte alta del pueblo, con dificultades en el cultivo de los campos continuamente asolados por ser escenario de batalla, con escaso interés por parte de una ciudad que iba despoblándose. Una época con escasa vecindad y sujeta al arbitrio de las tierras de realengo. Ni tan siquiera Arjona pudo hacer frente a las pretensiones señoriales. Escañuela no iba a ser menos. Los siglos XIII y XIV están marcados en el pueblo por una pertenencia al régimen realengo.

Se inicia, pues, otra época distinta marcada por el régimen señorial y que durará hasta los comienzos del siglo XIX, constituyendo la principal etapa de su historia en la que Nobleza e Iglesia van a actuar de señores con este núcleo de población que desde el siglo XV al XVIII verá conformación de su entidad poblacional definitiva basando su existencia en las relaciones señor-vasallo y con una fuerte presencia del estamento eclesial.

 

RADIOGRAFÍA DE ESCAÑUELA EN EL SIGLO XVIII

En el año 1752 el Rey Felipe V devolverá de nuevo todas las jurisdicciones a sus legítimos propietarios. El lugar de Escañuela en estos años difíciles, continuaba perteneciendo al señorío de Villardompardo, cuyo propietario era, a mediados del siglo XVIII, don José Vicente Belvis de Moncada Torres Córdoba y Portugal, vecino de Valencia, residente en Madrid y desde 1753 Marqués de Bélgida. El gran absentismo de la nobleza española había llegado también a este señorío jiennense. Los señores, alejados en la corte, abandonaron en manos de los administradores las tierras de labor, muchas de ellas en régimen de arrendamiento a particulares. Se produce en estos años un importante movimiento ilustrado que desea dar una respuesta al abandono existente. Un botón de muestra significativo es el Deán Mazas y su obra “Retrato al natural de la ciudad y el término de Jaén”, en la que según indica el profesor Rodríguez Molina en su introducción a la edición facsímil “a parte de la interesante visión que el autor nos proporciona acerca de su época, la obra nos facilita un valioso arsenal de datos relativos a la demografía y economía de Jaén hasta 1791, así como interesantes aspectos sociales (...) un libro donde se presentan los constantes problemas de Jaén y acaso sus adecuadas soluciones nunca aplicadas”.

Para lo que se refiere a nuestro pueblo tenemos una fuente documental de exquisito valor cual es el Catastro del Marqués de la Ensenada, que nos introduce en la época que tratamos. Lo detallado de las informaciones y la abundancia de datos nos pueden ofrecer una amplia radiografía de la villa de Escañuela a de mediados del siglo XVIII.

El nombre que recibía la Villa era el de San Pedro de Escañuela, nombre que se ha venido manteniendo hasta finales del siglo XIX. El término municipal en esa época, consta de “una circunferencia de tres leguas y tres quartos de otra que se pueden andar en tres horas y tres quartos de otra. Y asi de levante a poniente una legua y dos quartos de otra que se puede andar en una hora y todas de a cinco mil varas castellanas”, al este lindaba con el término de Jaén, al oeste y norte cn el término de Arjona y al sur con Torredonjimeno y Villardompardo.

El núcleo urbano lo componían solamente nueve calles situadas alrededor de la Plaza y de la Iglesia, que más bien que plaza debía de ser una especie de Altozano o ensanchamiento de la calle. Esbozamos igualmente algunos detalles de la vida local del momento y que se ha entresacado de distinta documentación.

La Plaza, en donde se sitúa en la actualidad, aunque con menos aforo y rematando el pueblo, ya que había pocos edificios más arriba, era el centro neurálgico de la población. En ella tenían lugar las fiestas de San Pedro Ad-Víncula y junto a ella se situaba la vieja ermita que después fue templo parroquial. En estos años se procede a realizar un adoquinado de piedras ya que, al parecer era solamente de tierra que hacía lodo en los temporales. El Conde envió una partida de dinero para el empedrado.

La Calle Maestra, como así se llamaba, era la calle principal. Una calle corta, que llegaba solamente hasta la actual glorieta de ensanchamiento de la misma calle. Aquí se encontraba el Ayuntamiento y la Cárcel.

Otra calle que lindaba con los Ejidos, era denominada como Calle del Alcázar, posiblemente, actual Calle La Torrecilla, al final de la cual existieron durante mucho tiempo restos del viejo torreón de vigía. Junto a ella y en dirección a la zona del Pilar, bajando la cuesta, la Calle del Horno, en donde había varios hornos de yeso, propiedad del mismo Conde igualmente y de donde salió material para las casas que en el siglo XIX se construyeron en la actual Calle Nueva que empezó a llamarse calle de La Duquesa. En la Calle del Álamo, lindando con los Ejidos, por la parte alta, existía un horno de pan.

Por último, tres calles confluían en la actual carretera de Jaén: Calle del Pilar, Calle de la Fuente y Calle Cantarranas. El arroyo que por allí pasaba debía de llevar con frecuencia aguas putrefactas, puesto que aquí se ocasiona un foco de infección que traerá consigo una epidemia que acabó, a juzgar por un informe del párroco del momento, con una gran parte de la población.

 

EL MUNICIPIO DE ESCAÑUELA A LO LARGO DEL SIGLO XIX

El siglo XIX será un siglo crucial para la consolidación del municipio escañolero, que hasta los albores de la pasada centuria había venido perteneciendo al señorío jurisdiccional de los Condes de Villardompardo y la Casa de los Torres y Portugal pasando, a mediados del siglo XVIII, concretamente el 6 de noviembre de 1753, a doña Francisca María de Velvis y Cardona, Marquesa de Vérguida y Benavides, condesa de Villardompardo. Un despacho sin fechar nos da una aproximación a la fecha de segregación que podría datarse entre los años 1814 y 1815.

A lo largo del siglo XIX se va consolidando el casco urbano, las instituciones municipales irán tomando su propio ritmo y el municipio brillará con luz propia en las estadísticas de una época en la que la construcción de carreteras servirá de acicate para el crecimiento posterior. Escañuela, a lo largo del siglo XIX, se irá situando en el contexto provincial si bien con un pequeño término municipal y con escasos recursos económicos, fundamentalmente agrícolas.
En el siglo XIX se asentarán definitivamente las bases de la actual población. La precariedad de las arcas municipales, dado el escaso término, hará que sean frecuentes las dificultades para poder llevar a cabo algunos repartos y otras de infraestructura. Si el régimen señorial había venido hipotecando el desarrollo de esta población a lo largo del siglo XVIII y primera mitad del XIX, será la deficiente economía municipal, la que se encargue de hipotecar las arcas.